DAVID LIZOAIN
Nunca se ha vivido tan bien y probablemente formas parte del 1% de los seres humanos más ricos de todos los tiempos. Nacer hoy en el Primer Mundo es como ganar la lotería. Aun así, millones de personas de los países más ricos tienen que lidiar con unas economías estancadas, una desigualdad creciente y montañas de deuda. El trabajo es cada vez más precario; las poblaciones envejecen al mismo ritmo que la falta de oportunidades para los jóvenes; la xenofobia y la discriminación contra los inmigrantes van en aumento; la contaminación del medioambiente avanza más rápida que nunca. Y estos síntomas no paran de empeorar. Es hora de reinterpretar lo que significa pertenecer al selecto club de los países del Primer Mundo