AGUDO MARTA
No es necesario cerrar los ojos para saberse piedra del laberinto de un dios que cada noche recoge su manutención hasta el día siguiente.
No es necesario cerrar los ojos para entender que el rigor mortis o señal inexpugnable
Sí para oír los latidos que razonan tu secuencia. Tu ritmo arterial, tu ritmo venoso crujen a cada segundo. No hay cordilleras que amansen este vaivén de días, soles y breviarios que relatan el placer de un recorrido.
La frialdad del cadáver se impone. También la caricia materna o anfitriona.
Ser culpable de vida.