FERRÁNDEZ BRU, JOSÉ MANUEL
Nadie es ajeno a la influencia de los que le rodean y aun aquellos que marcan tendencias, definen modas o se transforman en referentes sociales, son producto, en gran medida, de los vínculos que a lo largo de su vida han entablado con otras personas, ya sea de forma voluntaria o circunstancial.
En el terreno de la literatura es donde en mayor medida se ponen de manifiesto estas influencias, dado que ciertos individuos con los que un autor haya tenido una relación vital significada, dan forma y sirven de inspiración a personajes e historias que luego se reflejan en sus obras.
En este trabajo vamos a indagar en la vida de una de estas personas: el Padre Francis Xavier Morgan, uno de esos actores secundarios de la biografía de John Ronald Reuel Tolkien, autor conocido y significado en el mundo de las letras del siglo XX y responsable de obras que son auténticos iconos contemporáneos tales como El Señor de los Anillos.
El origen de la relación entre Tolkien y Morgan se remonta a la infancia del primero, a principios del siglo XX, cuando su madre, recientemente viuda, tomó la difícil decisión, sobre todo en aquel contexto histórico, de convertirse junto a sus hijos al catolicismo. Morgan, un maduro sacerdote católico de origen español, fue un apoyo para ellos en aquellos momentos.
El desamparo en el que quedaron tras la conversión hizo que su relación se intensificara al punto de que cuando, pocos años después, se produjo la muerte de la madre de Tolkien, la última voluntad de ésta, temerosa de que tras su fallecimiento se obligara a sus dos hijos a abandonar la práctica del catolicismo, fue que quedaran bajo su tutela.
El Padre Francis Morgan se convirtió en una de las principales referencias vitales de Tolkien. Desde la muerte de su madre y hasta su mayoría de edad (e incluso después) se ocupó de su formación religiosa, pero también de supervisar sus estudios, de su manutención y de su futuro.
También fue uno de los principales responsables de que Tolkien llegara a estudiar en la universidad de Oxford, gracias a su ayuda económica e indirectamente a la oposición inicial que mantuvo sobre la relación de Tolkien con la que luego se convertiría en su esposa, Edith Mary Bratt.
Lamentablemente, su postura firme en contra de un amor juvenil que en su momento no podía aportar nada positivo para Tolkien, ni para su carrera, ni, en general, para su futuro, le ha conferido un injusto rol de severidad que dista mucho de ser real. Es más, puede afirmarse que su papel en esta cuestión ha sido el desencadenante de una encubierta e injusta animosidad hacia él y que le ha convertido en una de las personas con una relación cercana a Tolkien peor considerada por los biógrafos de éste.