BENAVIDES, TOÑO
En la poesía que imagino, los poetas dejarán de nutrirse con preferencia de la historia de la poesía y beberán de las fuentes más insospechadas y corruptas. Abandonarán los diccionarios al uso y extraerán las palabras de los catálogos de revistas, de las guías del ocio, de las facturas y las multa
s, los callejeros y las etiquetas, los prospectos de los medicamentos y los documentos extraídos de la vitalidad más crujiente. En la poesía que imagino, los poetas que se amolden como el fósil a la pizarra y sigan utilizando los ritmos y formas consabidas serán procesados por plagio, y en los escritorios de los nuevos poetas colgará este letrero:
EL QUE SÓLO SABE DE POESÍA NI SIQUIERA SABE DE POESÍA. Se leerán los poemas con una cerveza o una bolsa de palomitas en la mano, y nadie considerará la lectura de poemas como algo imprescindible o un ejercicio espiritual superior digno de engolamiento. En la poesía que imagino los libros se distinguirán tanto entre ellos como Los Chicos del Vertedero se distingue del resto de los libros, los poetas serán tan diferentes entre sí como Toño Benavides del resto de poetas, y la poesía será lo mismo que siempre pero como nunca, lo mismo que antes pero como ahora, igual que en otros siglos pero con el aire imantante y multiforme del siglo XXI.